sábado, 17 de octubre de 2009

FREDERICK BROWN / 1906-1972



FLOTA VENGADORA

Llegaron de la negrura del espacio, desde una distancia incalculable. Convergieron sobre Venus... y lo aniquilaron. Los dos millones y medio de seres humanos que habitaban en aquel planeta murieron en cuestión de minutos, y toda la flora y la fauna de Venus murió con ellos. La potencia de sus armas era tal, que incluso la atmósfera del desdichado planeta ardió y se disipó. Venus había sido tomado por sorpresa. El ataque resultó tan repentino e inesperado, y sus resultados tan devastadores, que ni un solo disparo se efectuó contra ellos. A continuación se dirigieron hacia el planeta más próximo partiendo del Sol: la Tierra. Pero aquello fue distinto. La Tierra estaba preparada. No porque se preparara durante los escasos minutos que transcurrieron a partir de la llegada de los invasores al Sistema Solar, sino porque la Tierra se encontraba en guerra —en pleno año 2820— con su colonia marciana, la cual había crecido hasta alcanzar la mitad de la población de la propia Tierra y estaba luchando por su independencia. En el momento en que se producía el ataque a Venus, las flotas de la Tierra y Marte estaban maniobrando en orden de combate cerca de la Luna. Pero la batalla terminó con más rapidez que cualquier otra batalla de la historia. Una flota conjunta de naves terrestres y marcianas, súbitamente en paz unas con otras, salió al encuentro de los invasores y se enfrentó con ellos entre la Tierra y Venus. Nuestros efectivos eran muy superiores, y las naves invasoras fueron barridas del espacio, aniquiladas. Al cabo de veinticuatro horas se había firmado, en la capital terrestre de Albuquerque, un tratado de paz basado en el reconocimiento de la independencia de Marte y una perpetua alianza entre los dos mundos — ahora los dos únicos planetas habitables dentro del Sistema Solar— contra la invasión extranjera. Y comenzaban a elaborarse planes para un vuelo de represalia, para localizar la base de los extranjeros y destruirla antes que pudieran enviar otra flota contra nosotros. Los instrumentos que funcionaban en la Tierra, y en las naves patrulla que orbitaban a su alrededor, habían detectado la llegada de los extranjeros aunque no a tiempo de salvar a Venus, y los datos facilitados por aquellos instrumentos indicaban la dirección de la cual procedían los extranjeros y demostraban, sin señalar específicamente la distancia, que habían llegado de un lugar remotísimo. Un lugar que hubiera resultado demasiado remoto para nuestros medios de transporte, de no haber podido disponer del motor a propulsión C-plus, que acababa de ser inventado y que permitía a una nave alcanzar velocidades varias veces superiores a la velocidad de la luz. No había sido utilizado porque la guerra entre la Tierra y Marte absorbía todos los recursos de ambos planetas, y el motor de propulsión C- plus no ofrecía ninguna ventaja estratégica dentro del Sistema Solar, puesto que sus distancias no exigían velocidades superiores a la de la luz.

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